Hola soy Nicolas Mingorance speaker, formador y conferenciante desde hace años. Pero esto no ha sido siempre así, sino el producto de experiencias, retos y soluciones que a lo largo de mi vida he tenido que afrontar.
Una de mis peores experiencias fue enfrentarme al Miedo a hablar en público en mi primera Presentación.
A principios de los 90, mis socios y yo creamos una empresa de informática.
Nos hicimos Partner de una conocida marca.
Era una buena asociación ya que el nombre de nuestro Partner nos abría muchas puertas.
Nuestro cliente tipo eran Pymes con las que teníamos un trato cercano.
Pero, de manera imprevista, todo se torció.
El director de informática de una gran empresa, me solicitó una presentación de nuestro hardware y software. A esta presentación iría personal de los departamentos de informática, administración, recursos humanos y comercial. Algo más de 20 personas.
Yo conocía muy bien nuestro producto. Pero era la primera vez que me pedían una presentación con tantos oyentes. Empecé a imaginar toda “una serie de catastróficas desdichas”.
El día de la presentación, tras varios días sin dormir, entré en el vestíbulo del edificio. Subí a la quinta planta. Al abrirse las puertas del ascensor, el corazón galopaba tan rápido, que tuve que pulsar la planta baja, para intentar recuperar la estabilidad de mis constantes vitales.
Dí una vuelta al edificio, luego otra y otra. Se hacía tarde. Subí a la 5ª planta y mi angustia era aún mayor que la 1ª vez. Cuando se abrieron las puertas allí estaba el responsable de informática. “Están todos esperando”, dijo molesto.
Le saludé con, un hilillo de voz. Le seguí con la cara ardiendo y transpirando abundantemente.
Al entrar en la sala, quedé paralizado. Había más de 30 personas.
Si hubiera muerto, habría sido feliz.
Lo que siguió fue patético. Temblor en la voz, en las manos, en las piernas. Gallos salían de mi garganta y mi confusión mental me impedía pensar.
Unos sonreían. Otros no daban crédito.
Pasó una eternidad, hasta que el volcán empezó a disminuir su actividad.
Curiosamente la operación comercial salió adelante. ¿Cómo? Supongo que, en parte, porque necesitaban nuestro producto, y en parte, por compasión.
Cuando salí de allí, con la camisa pegada al cuerpo, me prometí que
nunca más pasaría por una situación similar, sin haberme entrenado para ello.
Unos días después me apunté a un curso de oratoria de varias semanas
Me apliqué con rabia. Practiqué mucho e hice varias presentaciones comerciales ante grupos grandes. Pude mantener el miedo bajo control.
Me di cuenta de algo extraordinario. El miedo no razona. Solo hay que hacer lo que nos da miedo para que éste pierda poder.
¡Si hago lo que temo, el temor muere!
Sin embargo cuando estaba una temporada larga sin hablar en público, el miedo recuperaba el terreno. Así que tenía que experimentar con frecuencia la situación que me provocaba el miedo.
Entonces solicité ser instructor de esos cursos de oratoria.
Y sin buscarlo, me vi inmerso en una de las actividades más gratificantes de mi vida profesional.
Uno o dos días a la semana, en un hotel de Madrid, ayudaba a otras personas a superar el mismo miedo a hablar en público, que yo había padecido.
Y fui testigo privilegiado de cómo mis alumnos iban superando sus miedos al enfrentarse a ellos.
Por tanto
el primer paso para superar el miedo a hablar en público es experimentar, en un entorno controlado, lo que nos provoca pavor y sentiremos cómo éste se va diluyendo.
¡Si haces lo que temes, el temor muere!